Por Karen Martínez -
![](https://static.wixstatic.com/media/36dd25_f7898e76b6df49db87619408aeb7493e~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_653,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/36dd25_f7898e76b6df49db87619408aeb7493e~mv2.jpg)
Cómo comencé esta gran aventura...
Miniky empezó casi por casualidad en el 2015, mi hermano se iba a casar y quería tener una mesa de dulces en su boda. Todas las cotizaciones que había recibido, eran ridículamente caras y optó por buscar otras alternativas. Entre esas alternativas, se le ocurrió que yo podía hacer la mesa de su boda, porque yo amo las manualidades y obviamente era una opción mucho más económica. Sin pensarlo mucho acepté, y casi de inmediato me di cuenta del gran trabajo que esto requería.
Ésta fue la primera mesa de dulces que hice; en ella incluí macarons y galletas que había aprendido a hacer en cursos pequeños de repostería. Eran galletas súper básicas como garabatos y galletas de chispas de chocolate, pero a los invitados les encantaron. Fue tanto el gusto, que como 3 o 4 personas me contactaron para comprarme cajitas de galletas. Esto me emocionó y empecé a tomar más cursos. Al mismo tiempo, yo estaba casi recién graduada de la universidad o probablemente seguía estudiando, no lo recuerdo bien. Pero por lo mismo, Miniky era algo que no consideraba como un posible trabajo.
Gracias a la boda de mi hermano, se presentó la oportunidad de hacer más mesas, algunas eran para bautizos, otras para baby showers y otras para eventos más chicos como cumpleaños. Fue así que mi mini negoció empezó a tener más trabajo y decidí abrir una cuenta de Instagram para compartir lo que hacía. Empecé a promocionar las 4 galletas que sabía hacer y la realidad es que esta venta de galletas era más como un negocio de friends & family, el fuerte de mi negocio, seguían siendo las mesas de dulces.
Pasé mucho tiempo buscando un nombre para ese pequeño emprendimiento y escogí DULCE CORAZÓN, me parecía lo más lindo y súper ad hoc para un negocio de mesas. El primer reto llegó cuando empecé a investigar cómo registrar una marca, me di cuenta que había miles de marcas que tenían en su nombre la palabra dulce o corazón. Básicamente había escogido un nombre súper genérico y cualquier persona podía registrar algo similar a mi nombre, solo con diferentes giros. Fue ahí cuando comencé nuevamente la búsqueda de un nombre para mi negocio.
Para ese entonces, yo estaba como becaria en Imagen Televisión, así que no me preocupaba mucho por el pago, ya que tenía un ingreso extra los fines de semana. Terminé mi ciclo en esa empresa y entré como editora digital a Runner’s World, una revista para corredores. Ese trabajo me enseñó mucho de redes sociales, cómo tratar con marcas, con agencias, con equipos de diseño, con atletas olímpicos y personajes famosos, ya que era una revista que estaba dentro de Televisa y más de una vez te pedían poner al artista de moda en la portada, aunque no tuviera nada que ver con el running. Fue una etapa en la que me olvidé bastante de mi pequeño negocio, compartía contenido sólo cuando me salía algún trabajo, pero ya no hacía más por encontrar nuevos clientes.
Un día estaba en casa de un amigo de mi novio y nos contó que acababa de registrar su empresa y le había puesto “Nutellovska Records”, la historia detrás del nombre era básicamente en honor a su perrita Nutella. Cuando escuché la historia, tuve un “aha moment” y pensé en mi perro y su nombre.
De un juego de palabras nació MINIKY. Mi de mío y niky de Nicolás (Nicky).
Terminando el 2018, renuncié a Runner’s y llegó la incertidumbre sobre qué hacer con mi vida, no sabía si seguir en editorial, o mudarme a alguna agencia, o alguna marca deportiva, o de lo que fuera. Realmente no estaba segura de qué quería en mi vida y sin saberlo, estaba empezando mi retorno de Saturno, este es un momento astrológico que marca un periodo de grandes cambios en la vida de una persona.
Me empecé a refugiar en Miniky de todas estas crisis, cuando me preguntaban qué iba a hacer de mi vida, respondía que continuar con mi emprendimiento abandonado, pero la realidad es que no tenía ni idea de qué quería. Tenía demasiado conflicto interno con el deber ser y me incomodaba mucho que las preguntas que me hacían siempre tenían que ver con qué iba a hacer de mi vida ahora que estaba “sin trabajo”.
Empezó el 2019 y me propuse darle forma a Miniky, obviamente era un proyecto que no tenía ni pies ni cabeza. Empecé a pagar publicidad en Facebook y en Instagram. Promovía mis mesas, mis galletas y también las manualidades que hacía para los eventos. Poco a poco empecé a tener clientes, a tener ventas y esto me motivaba. Pero a la vez, no estaba generando el dinero que quería y esto me hacía sentir un poco frustrada porque estaba pasando por un montón de cambios y no sabía por dónde afrontarlos, era crisis pura.
A mitad de ese año, me fui a Barcelona casi dos meses, mi novio estaba haciendo su maestría y aprovechando que ya estaba allá, busqué cursos de lo que fuera porque quería aprovechar mi estadía en la ciudad. Encontré una escuela de pastelería, eran cursos personales y así fue como aprendí a hacer pasteles. Regresé a México y empecé a promocionar mis pasteles con las fotos de los pasteles que había hecho en ese curso. Al principio nadie compraba y sólo hacía pasteles para mi familia y para practicar.
En diciembre ya tenía más clientes, tuve bastante trabajo, sobre todo haciendo regalitos y detallitos navideños para corporativos. Esto me dió un mega respiro, porque vi por primera vez pensé que Miniky sí era el camino.
Llegó el 2020 y una pandemia. Creí que era el fin de Miniky; si otras empresas más fuertes estaban muriendo, no había forma de que mi pequeño emprendimiento superara eso. Estaba muy equivocada, el Universo me dió una cachetada y dentro de tanta incertidumbre, Miniky empezó a tener el doble de trabajo. No sé si fue que todos estábamos encerrados, metidos en redes sociales y ansiosos, lo que provocó estas ventas o qué fue pero nuevos clientes llegaban y llegaban.
Empezaron a caer pedidos de pasteles, los que me compraban esos pasteles me recomendaban con sus conocidos, esos conocidos con sus conocidos y poco a poquito Miniky empezó a crecer y a convertirse en lo que es hoy en día.
Estos dos años de pandemia, han sido muy fuertes emocionalmente para mí. Sin saberlo, estaba viviendo mi retorno de Saturno y sentía que todo iba de mal en peor, cuestionaba todas mis decisiones, no tenía dinero, quise tirar la toalla demasiadas veces, pero siempre pasaba algo raro que me reafirmaba que esto era para mí y que solo tenía que tener paciencia y confianza en lo que se estaba formando.
Quise que esta fuera la primera entrada de mi blog, porque de cierta manera necesitaba ver el camino que he recorrido y agradecer cada momento y cada crisis vivida. Estoy muy emocionada por lo que viene, por seguir haciendo lo que más disfruto y por empezar una etapa nueva para mi negocio.
La historia de Miniky apenas se está contando. <3
Comments